28 de enero de 2011

Prólogo a La Torre

LA TORRE
CRÓNICAS DE LA GUERRA DE LOS MIL AÑOS



PRÓLOGO

En los oscuros callejones que albergan las escasas viviendas alrededor de la Torre de Ihren, el silencio era absoluto. A menudo se escuchaban los aullidos de las bestias, desde el bosque, más allá de los campos de Flores de la Reina, atemorizando a todos. En lo alto de la torre, las chimeneas y candelabros alumbraban suficiente para que a varias leguas de distancia, las ventanas de la torre fueran puntos de luz en la noche. La brisa corría, silbando a su alrededor, y entre los callejones, haciendo estremecer a un joven muchacho. El hijo de Ario, el Fuerte, y de Odín, la Bella, quienes gobernaban en la torre, vestía ropas demasiado livianas, para aquel frío invierno, y todo su bello se erizó con la gélida brisa. Giró una esquina, y dio con la base de la torre, que se elevaba a poca altura. En lo alto, el torreón donde estarían durmiendo sus padres, o eso pensaba, y allí abajo, él, buscando la respuesta a una pregunta.

Giró alrededor de la Torre de Ihren, acariciando los tremendos bloques con que fue construida. Roca sólida, extraída de la montaña... Y sin dejar de pensar en ello, llegó ante la pared donde se alzaba un acantilado, entre las altas montañas. Y frente a él, apareció aquella inmensa puerta cerrada. Siempre le había intrigado, ¿a dónde daría esa puerta tan grande, si al otro lado no había más que roca? Tal vez a las entrañas de la montaña, a los más profundos avernos... Casi prefería no saberlo.

Caminó hasta tocar la gigantesca puerta de piedra, y aquel momento le pareció maravilloso. Estaba completamente a oscuras, y en silencio, y le encantaba. Rozó con las yemas de los dedos los incontables trazos que había sobre la puerta, y se maravilló con el riguroso trabajo. Pero cuando se quiso dar cuenta, una luz titiló a su espalda, y las inscripciones se hicieron visibles para el muchacho, que le impresionaron aun más.
Tras él apareció la figura de un niño, caminaba despacio, y al verle ante la gran puerta, se detuvo en seco. Entonces dio unos pasos más y le habló con miedo. Llevaba una pequeña antorcha, y algo en la mano que aferraba con el puño.

- ¿Eres Öddio?

- Sí. ¿Vienes de parte de Gúndalf?- Preguntó el muchacho, acercándose.

- Sí. Me ha dicho que te de esto.- Y casi temblando, le dio la llave que hasta ahora apretaba en su puño.

El muchacho la cogió sorprendido.- ¿Nada más?

- Que mires en su estantería...- Dijo el niño con miedo.

- ¡¿Encontraré ahí mi respuesta?!- Öddio había tomado al niño por los hombros.

- ¡No lo sé!- Gritó el pobre, pataleando, pues lo había alzado.

Öddio lo miró, y le sonrió.- Muy bien chico. Puedes marcharte.- Y le bajó al suelo. Éste salió corriendo, perdiéndose entre los callejones, dejándole de nuevo a oscuras, y en silencio... Aunque ahora tenía que averiguar qué hacer con aquella llave.





Éste podría ser el prólogo de un relato que estoy escribiendo, titulado La Torre. Es un pequeño gran proyecto que me está rondando la cabeza. Consistiría en escribir las Crónicas de la Guerra de los Mil Años, una época de oscuridad en que la guerra azotó el Viejo Mundo. Sería un libro de relatos, todos ambientados en aquel periodo oscuro de la hstoria de Mi Mundo.


Ya os iré contando como evoluciona la idea...



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23 de enero de 2011

Tras la larga ausencia

Hola!!

No creías que me había caido en un agujero profundo y no iba a regresar. Desde mi última entrada no he estado inactivo. He estado en palma para navidad, he terminado de revisar el cuento de La Sirada, he estado trabajando en el Atlas Histórico (del que pronto os hablaré en profundidad), y además de eso he tenido razones personales y laborales que me han impedido pasar por aquí.

Bueno, y ya estoy de vuelta. vengo a enseñaros el plano que vendrá en el Cuento de La Sirada, que además representa el mapa mas tardío trazado por los hombres en Mi Mundo. Es decir, en él se representan las regiones del Mundo que los hombres del Viejo Mundo habían explorado a principios del Siglo XVII.

hasta pronto!